
Si me dejaran un moneda en este oscuro lugar de desahogo por cada vez que escucho algo así, tal vez seguiría de cantinero en un bar.
No me arrepiento de lo dicho, ni mucho menos de lo que pensé, yo no fui quien sembró, no lo hice yo, solo coseché un campo ajeno y termine pagando los platos rotos, cazado por fantasmas que no eran míos, escuchando quejas de cosas que nunca hice y que repruebo totalmente, siendo la voz sensata para muchos, pero no para quien me importaba, los adagios cobran más fuerza, nadie es profeta en su tierra y todo se aprende de la forma más dura.
Nunca confiaste en mí, tus fantasmas te ganaron, sembraste en mi mente y corazón la desconfianza que tu sentías, y como reflejo de ello, te exploto en la cara, pero si hay algo de lo que puedes estar segura, nunca te mentí; nunca te engañe.